lunes, 1 de marzo de 2010

GINÉS GÓMEZ

Yo ya estaba allí cuando mi primo llegó a nuestras vidas. Fue un veintisiete de diciembre, en plenas Navidades. Yo apenas llegaba a la mesa del salón de casa de mi abuela. Llovía, me llevaron al hospital y allí estaba mi madre con él en brazos, ¡Qué cosa tan extraña! Nuestras vidas desde entonces se unieron para siempre. Vivimos lejos el uno del otro, pero nos vemos de vez en cuando y compartimos juegos, riñas y opiniones. Somos muy diferentes tanto físicamente como psicológicamente, tenemos diferentes formas de pensar y de ver las cosas , pero nos toleramos, en el fondo sabemos que tenemos algo en común: LA FAMILIA.

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