jueves, 4 de marzo de 2010

LUIS RAMAJO

Yo ya estaba allí a la hora prevista esperando incansable tu llegada, el tiempo pasaba y no aparecias, no me lo podía creer, cada segundo que pasaba parecía una hora, era como si el cielo estuviera apunto de caer sobre mi, deseando poco a poco que la tierra me tragase cuando después de un tremendo suspiro oí tus pasos, tu voz pronunciando mi nombre y entonces todo cambió, mi corazón se estremeció y todo lo pasado se me olvidó como a un niño se le olvidan las penas con una piruleta.

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